GESTIÓN EDUCATIVA: DE QUÉ SITUACIÓN PARTIMOS
Un cambio institucional perentorio y factor primordial para una transformación sistémica en la educación es la descentralización de la gestión educativa. Este proceso tiene una dimensión política y cultural. De un lado, coloca los problemas de la distribución espacial del poder dentro de un estado y el desafío de la organización de un sistema de redistribución del poder democrático en provecho de las comunidades locales. Desde el punto de vista cultural, estimula el enriquecimiento de las culturas locales y regionales. No obstante su importancia, es conocido el lento, burocrático y confuso proceso de descentralización educativa, la inequitativa distribución de los recursos presupuestales que perjudica a las regiones más pobres, la renuencia de las autoridades gubernamentales a aumentar el presupuesto como lo señala la medida consensuada en el Acuerdo Nacional para llegar al 6% del PBI, así como al alto nivel de corrupción en el sector.
Estos problemas, por su gravedad y su arraigo, ubican a la gestión y financiamiento de la educación como uno de los desafíos capitales a resolver para hacer viable cualquier cambio estructural en el sistema educativo. La escasa prioridad de la educación se refleja en los 352 dólares promedio que destina el Estado anualmente por cada alumno de educación básica, siendo el promedio latinoamericano de 800 dólares. Así, apenas alcanza para pagar planillas y servicios, y no para financiar políticas que corrijan las desigualdades y mejoren la calidad de las instituciones más pobres del país, equipándolas, mejorando sus servicios y brindándoles el soporte técnico que requieren. No es de extrañarnos que las regiones con más población rural empobrecida como Apurímac, Madre de Dios o Pasco sigan siendo menos favorecidas a la hora de recibir recursos para la educación, lo que les impide atender sus prioridades. Por ejemplo, Huánuco, una de las más pobres, recibe por alumno 544 soles al año, mientras Moquegua, una de las menos pobres y con seis veces menos alumnos matriculados, gasta 1 236 soles al año por alumno.
De otro lado, la descentralización educativa está sesgada hacia la desconcentración administrativa o entrampada en contradicciones normativas, y apoyada en el mismo modelo jerárquico y burocrático de gestión heredado del centralismo, concentrado en la formalidad de los procedimientos antes que en los resultados. Gracias a la descentralización, sin embargo, se han producido avances importantes como la creación de los Consejos Participativos Regionales en casi todas las regiones, que han venido impulsando la construcción concertada de Proyectos Educativos Regionales (PER). Ya son 16 las regiones que tienen formulaciones avanzadas de sus PER. No obstante, Educación es el sector del Estado que más denuncias de corrupción acumula. Y son las escuelas las que concentran el 83% del total de todas las denuncias de corrupción del sector. Se han perdido sólo en el año 2002, 36 millones de soles por actos dolosos.
Estos problemas, por su gravedad y su arraigo, ubican a la gestión y financiamiento de la educación como uno de los desafíos capitales a resolver para hacer viable cualquier cambio estructural en el sistema educativo. La escasa prioridad de la educación se refleja en los 352 dólares promedio que destina el Estado anualmente por cada alumno de educación básica, siendo el promedio latinoamericano de 800 dólares. Así, apenas alcanza para pagar planillas y servicios, y no para financiar políticas que corrijan las desigualdades y mejoren la calidad de las instituciones más pobres del país, equipándolas, mejorando sus servicios y brindándoles el soporte técnico que requieren. No es de extrañarnos que las regiones con más población rural empobrecida como Apurímac, Madre de Dios o Pasco sigan siendo menos favorecidas a la hora de recibir recursos para la educación, lo que les impide atender sus prioridades. Por ejemplo, Huánuco, una de las más pobres, recibe por alumno 544 soles al año, mientras Moquegua, una de las menos pobres y con seis veces menos alumnos matriculados, gasta 1 236 soles al año por alumno.
De otro lado, la descentralización educativa está sesgada hacia la desconcentración administrativa o entrampada en contradicciones normativas, y apoyada en el mismo modelo jerárquico y burocrático de gestión heredado del centralismo, concentrado en la formalidad de los procedimientos antes que en los resultados. Gracias a la descentralización, sin embargo, se han producido avances importantes como la creación de los Consejos Participativos Regionales en casi todas las regiones, que han venido impulsando la construcción concertada de Proyectos Educativos Regionales (PER). Ya son 16 las regiones que tienen formulaciones avanzadas de sus PER. No obstante, Educación es el sector del Estado que más denuncias de corrupción acumula. Y son las escuelas las que concentran el 83% del total de todas las denuncias de corrupción del sector. Se han perdido sólo en el año 2002, 36 millones de soles por actos dolosos.